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Trescientos días de sol de Ismael Grasa

EN SOYUZ

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En los libros editados por Xordica –ortiga en aragonés- podrás encontrar una constante y fuerte apuesta por los jóvenes autores aragoneses y una nutrida selección de atractivas portadas, entre las que se cuentan la de "Trescientos días de sol", último título del oscense Ismael Grasa, un escritor ya bien curtido y reconocido en el mundillo literario de estas tierras.

Trescientos días de sol que algunos de sus personajes, si se descuidaran, podrían pasar a la sombra, pues van tentando a la criminalidad, al delito o, simplemente, a la falta, desde cualquier circunstancia anodina de esta vida: una charla, un paseo por el bosque, una boda… ¡Ay, las bodas!

Extrañeza de lo cotidiano, rutinas incómodas, convicciones largamente mantenidas y fácilmente contrariadas. Hermanos, novios, funcionarios, seres comunes haciendo ejercicios de equilibrismo familiar, sentimental, laboral. Algunos logran mantenerse en la cuerda floja; los más, quedan colgados de un solo pie. Sin red.

Narrativa del momento, breve, directa, punzante. Doce relatos o un mal pellizco que te despierta de la modorra circundante y al que bruscamente te gustaría responder.

Algo así le ocurre al protagonista de “No me gustan los psicólogos” en el día de su boda: “Saqué la navaja y entonces me vieron. Miré la cara de miedo de mi hermano mientras sostenía el arma. Ese gesto suyo me hizo sentir bien de repente. Guardé la navaja y volví a la fiesta”. O al personaje principal de “Un robo”, en otra boda: “Sólo la iniciativa de aquel ladrón que reventaba por su cuenta puertas de coche me parecía algo real”.

La lectura de "Trescientos días de sol" propende a un resquemor escocido similar al del contacto con la ortiga. Cuidado al pasar las páginas.
x Asun No.

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