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Trescientos días de sol de Ismael Grasa

Texto de Diego Marín



Ismael Grasa tiene la peculiaridad de afilar bien los relatos de modo que en sus historias no haya presentación ni, en ocasiones, desenlace, tan sólo nudo. Y en estas narraciones, doce cuentos que contiene el libro Trescientos días de sol (Xordica, 2007), la literatura se convierte en una cálida reflexión sobre la soledad del ser humano. Las palabras fluyen de forma precisa, con un ritmo embellecedor y con una envidiable voz narradora que torna sin sobresaltos ni desafines de la primera persona a la tercera, del protagonista masculino al femenino, pero siempre con la precisión de quien está contando algo verdadero, no real, sino cercano.
Ismael Grasa se dio a conocer como escritor resultando finalista del Premio Herralde con De Madrid al cielo (1994), novela que ganó el Premio Tigre Juan. Después, otros libros como La Tercera Guerra Mundial (2002) y Nueva California (2003) han ido dando forma a una trayectoria literaria firme y regular como es la de este autor aragonés. Trescientos días de sol, que fue escrito en la Lidg House International Writers Residency, donde Grasa disfrutó de una beca en 2004, reúne ahora una docena de buenas narraciones que desde distintos puntos de vista nos hablan de personas solitarias que miran a los demás como seres extraños. A destacar ‘Un robo’ por la naturalidad (o frialdad) con que se describe una boda tan ajena al protagonista a pesar de los vínculos más que afectivos que le unen a algunos de los invitados. O ‘Tablón de anuncios’ por acercar con la otra cara de la vida universitaria, con las vicisitudes de compartir un piso con un extraño. Pero, sobre todos, cabe señalar la notable habilidad para desenvolverse en situaciones tan alejadas de los temas literarios cotidianos, como es la caza mayor de rececho, en ‘Un sarrio’, un bellísimo relato sobre un desengañado guarda forestal que acompaña a los cazadores para abatir venados. Ismael Grasa demuestra que se divierte escribiendo y, lo que es mejor, divierte al lector, ya que sus breves piezas prosaicas conforman un conjunto tan extraño como encantador. Pero, además de la soledad como temática central, en esta ocasión los extractos también tienen en común que sus personajes conservan una navaja en el bolsillo que nunca llegan a utilizar, aunque la blandan.

Publicado en "Diario La Rioja"

Y en su blog: http://blogs.larioja.com/index.php/ciudaddelhombre

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